domingo, 18 de mayo de 2008

NOSTALGIAS Y FRANQUEZAS

INVIERNO

Es invierno, las hojas secas han inundado el jardín de mi espera y caen como gotas de cristal sobre el umbral de una ventana solitaria. Las aves marchan tristes, su vuelo es frío, cansado y sienten casi ahogarse en la inmensidad de este cielo gris, el viento sopla un vacío extraño y su trémulo viaje se incrusta en el paso de un tiempo lejano.

Sin remedio, escribo tu nombre sobre la húmeda noche, puedo respirar tu aliento en el suspiro de la soledad, logro recoger tus caricias en el abrazo intenso del recuerdo, acompaño mi nostalgia con lágrimas regadas en la alfombra de mi memoria, escucho tu voz en el suave canto de la lluvia y una humilde piedad me permite soñar contigo.

Trato de impregnar una plegaria en la caravana de mi tristeza, una colina de melancolía atropella mi enfado y te sigo retratando en la vereda de lo incierto, mi pensamiento navega en la balada de tu sonrisa, mi alma recita versos en la orilla de tu ausencia y la caída se hace más humana al despertar.

Es invierno, lo sé, y aún te espero al pie de un candil que ilumina la sombras de un viejo piano y despierta su melodía, las hojas han dejado de caer, las aves surcan fronteras hacia un próspero cielo, el viento exhala un amable brote de sosiego y tú sigues sin llegar... no tardes, el invierno se aleja.

JURAMENTO

Juro por usted señora recoger cada mañana las semillas frescas y luminosas del sol para sembrar su belleza en un verano que aún sufre su ausencia, quisiera entonces, entorpecer la marcha de las nubes y construir un copioso horizonte en donde perfile su presencia.

Podríamos hablar de amor frente a una playa desolada en donde sus cabellos se alboroten con un viento acogedor y apacible, sepa usted que es uno de mis pensamientos, navegar en el laberinto de sus aguas y perder la brújula de la razón.

Pero cuente conmigo señora, cuando las apariencias caigan y naufrague sin máscaras por el mundo, entienda la libertad de nuestras sábanas y la locura de nuestras miradas, no refugie su pasión en oníricos sueños aplastantes del presente.

No intento invadir su espacio, ni cubrir de otoño su primavera, pero sí, quisiera sucumbir en su tiempo de rosas relajadas, aspirar su aliento de topacio y menta, y guardarlo para una noche sin suspiro y alejada de vida.

Propongo un brindis a orillas de un instante perpetuo, en donde sus labios reciban como gotas de rocío las lágrimas de mi vino, en donde una caricia infinita quede plasmada en el lado más urgente de nuestros cuerpos.

Juro por usted señora ser menos razonable con mis intenciones, más atrevido en mis pasiones, soñar más con los mares, tomar más vino, ser más libre en los ratos de urgencia y volverme un naufrago para llegar hasta su deriva.

POEMA A TU DESCRIPCION

Tenía miedo a escribir y no encontrar las palabras precisas para describirte, hurgando en mi endeble memoria pude hallar el mejor retazo de tu existencia y propuse al pincel de mis ideas estructurar el más sencillo poema que tu persona pudiera admirar.

Traté de iniciar mi escritura por abordar el perfecto tema de tus ojos, aquellas fuentes de pureza en donde anclan las luces de lo divino y reflejan sin reparar la soberanía de mi asombro y es que, a cada momento, quisiera perderme en el navío de tu mirada.

Seguí conquistando la rima y la prosa hasta que llegué al envolvente mundo de tus labios, una verdad delicada, orientada a embelesar cualquier copa de nostalgia y hacer beber gota a gota el manantial de tu frágil inocencia.

Retrasé preámbulos de estéticas literarias y aposté por alumbrar con estrellas de candidez los flancos de tus mejillas bañados de terciopelo y linaje majestuoso, orillas de reposo en donde descansan la tranquilidad y contemplación de mis horas que me anuncian cada minuto un espejismo de ilusión.

Continuaba mi trabajo poético y las metáforas encarcelaban cada vez más la libertad de mi pluma, sin embargo, proseguí y logré atender la autonomía de tus cabellos, aquellos halos danzantes que se confunden en la extrema armonía de un viejo mar y el fulgor de su brisa.

Y es que respirar aquella fragancia crepuscular, conjugada con una extraña sombra de primavera, hacia prevalecer el encanto de una naturaleza escondida entre nimbos y cánticos de algún sol de febrero.

Volví a caer en el aprisionamiento de la nostalgia y por un momento exploré entre las faldas de la incertidumbre, aquella que te lleva a una tormenta de ilusiones confusas y esperanzas alejadas, supe volver y caminé en el serpentín de la cordura, con mi papel y tu recuerdo en él.

Seguí dibujando frases descabelladas, dormidas en alguna estación otoñal y despertadas en alguna mañana de enero, y pude construir tus manos con ajuares de un cielo sedoso que abrigaba el roce de aves nacientes.

Ahora, seguiré pronunciando discursos de una inspiración encontrada en el velero de los recuerdos, en donde las gaviotas recogen la serenidad de tus días y la ocultan en mi playa, será mas fácil escribir entre fogatas y lunas que iluminan el firmamento de tu existencia.
CONVENIENCIA DEL QUERER

He creído conveniente volver a quererte, pero a quererte con razón, con una magia sin sortilegios ni acertijos por descifrar, sin sábados de bohemia ni semanas de resaca, sin poemas cursis ni canciones de medianoche, sin suspiros hundidos en tu vacía indiferencia, sin un papel en blanco que ya no sabe qué decir, sin lágrimas en los ojos y sin un reloj que desespera por verte otra vez.

Esta vez, he creído conveniente enamorarme yo de ti y no esperar que tú lo hagas de mí. Si lo logro, buscaré tus defectos para tener una excusa, descubriré tus miedos y temores para enseñarles a pelear, llegaré a tus rencores y los haré besar con tu olvido, conversaré más con tus sueños y dejaré lo onírico al viento, convertiré tu mal humor en el goce de una flor, envolveré tu llanto en sosiego equilibrado entre la luna y el sol, vestiré tus penas con la alegría del alba y discutiremos cada noche para darle más razón a la mía.
Entonces, he creído conveniente alejarme de todo lo monótono y rutinario, dejar de lado aquella angustia por una mirada tuya, aquél sentido culposo de no ser lo que esperabas, aquella soledad que aprisionaba cuando decías no, aquélla efímera sonrisa por unas migajas de ilusión y aquél golpe de lo incierto por un simple recuerdo. Ahora, he abandonado esa “sin” razón y con ella será menos duro y más fácil volver a quererte.

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