miércoles, 12 de mayo de 2010

¿Y QUIÉN CASTIGA AL HOMBRE?


Durante los últimos días los medios de comunicación nos han informado diversas noticias acerca de ataques de perros a personas, sobre todo a niños, los cuales han quedado con serias lesiones físicas, e impostergables repercusiones psicológicas. Ante ello, la sociedad ha salido a protestar, con justa razón, reclamando la eliminación de los canes, apostando por la masiva matanza y golpeándose el pecho para desligarse de cualquier responsabilidad.

Sin embargo, quisiera iniciar mi crítica, contra estas posturas y reacciones hipócritas de la gente, con una frase del filósofo alemán, Friedrich Nietzsche: “El valor de la vida para el hombre corriente, ordinario, estriba únicamente en el hecho de que se da más importancia a sí que al mundo. La gran falta de fantasía de que adolece hace que no pueda penetrar en otros seres por medio del sentimiento, y que por tanto participe lo menos posible de su suerte y sus sufrimientos…” Tal vez, esto no necesite explicación alguna, pero mi fiel, leal e incondicional amor por los animales me obliga a opinar.

Comparto la preocupación y molestia de las personas frente a un ataque canino en donde está de por medio la vida de un menor, sin embargo nace una lógica pregunta ¿Por qué sucede todo esto? Quizá estos ejemplos nos grafiquen mejor la respuesta.

En principio, debemos recordar que el 70% del carácter del perro lo da la crianza del amo y el 30% es genético; sin embargo, si existen pobres diablos que utilizan a estos animales en peleas, tal vez para alimentar su burda vida y acomplejada existencia, no debemos esperar que la mascota nos ofrezca mimos y caricias al menor movimiento. O sea, no atisbo claridad alguna para decidir quién es el animal irracional.

Otro ejemplo, el cual sucede a diario, a vista y paciencia de los hipócritas, es ver en las azoteas o techos de las casas cómo estos animales mueren de estrés, sumado al estúpido proceder del humano de no darles de comer, así como olvidar que también necesitan cariño. Y claro, cuando en un momento de cordura deciden liberar de esa cárcel a su mascota, obviamente el animal saldrá corriendo salvajemente, porque se le ha negado la convivencia con el peor de sus amigos. Es decir, sigo sin atisbar un halo de razón para diferenciar al animal irracional del racional.

Siguiendo con los ejemplos, hace unos días, cuando salía con Ozzy, o sea mi perro, me tope con una madre de familia, muy ignorante por cierto, quien cargaba a su hijo, y al no poder calmar su llanto, lo acercó a Ozzy y le dijo: “Perro, cómetelo porque se está portando mal” obviamente Ozzy y yo seguimos de largo, pensando en que si la estupidez se pudiera comer, muchas personas estarían reventando.

Y es en este punto donde quiero detenerme un poco más. Desde niño he visto estos cuadros catastróficos de cómo los padres alimentan a sus hijos de odio y temor hacia los animales, lo cual se traslada hasta la adultez y acaba con el maltrato descomunal hacia estos seres que, como siempre lo he dicho, en ocasiones nos salvan de la locura.

Mi madre siempre me enseñó a prevenir y a no provocar a los perros callejeros, pues ellos no tienen el carácter de uno casero, y saben por qué, acertaron, porque muchos de ellos han sido maltratados y abandonados por ese ser supuestamente provisto de inteligencia, ese ente que aún no asume la verdadera convivencia con los animales y vive día a día atormentado en su pobre humanidad.

Hoy en la mañana me detuve a ver un informe de televisión sobre este problema. Un veterinario acertaba al reflexionar en que no había criterio de las autoridades para controlar de manera adecuada la proliferación de canes en las calles. Claro, muchos me dirán que si no hay plata para el pueblo menos para los animales. Sin embargo, si dejaran de robar tanto y se dedicaran a ser verdaderos líderes otro sería el panorama. En cambio, la mayoría de personas coincidía en el exterminio de todos, en pocas palabras que les den veneno y veamos como se revientan en las calles de dolor.

Me pregunto, por qué no hacemos lo mismo con el lumpen hacinado en las cárceles, acaso eso no contribuye a la podredumbre de la sociedad; por qué no el mismo proceder con quien viola y ultraja a menores, por qué no se alza el pueblo cuando en una veterinaria asesinan y mutilan a inofensivos canes que sólo han ido por un baño, o acaso Dios también se ha olvidado a los animales; por qué diablos los curas y la iglesia no enseñan a amar a los animales en los colegios en vez de descender más amando de manera perversa a los niños.

Es un tema que involucra a todos, sin embargo la ignorancia es el pan nuestro de cada día. Tal vez, sea necesaria la eliminación de estos animales callejeros para su tranquilidad y felicidad. Pero también debemos reflexionar y exigir castigo a quienes albergan una mascota y luego la botan, así como a los traficantes de animales en el mercado negro, y a quienes permiten las peleas clandestinas de canes.

En fin, sólo me queda afirmar lo dicho por Nietzsche “...La verdadera bondad del hombre sólo puede manifestarse con absoluta limpieza y libertad en relación con quien no representa fuerza alguna. La verdadera prueba de la moralidad de la humanidad, la más honda (situada a tal profundidad que escapa a nuestra percepción), radica en su relación con aquellos que están a su merced: los animales. Y aquí fue donde se produjo la debacle fundamental del hombre, tan fundamental que de ella se derivan todas las demás...".

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